Una parte de la historia venezolana que muchas veces es olvidada. Un movimiento insurreccional que llevó a muchos jóvenes a luchar en las montañas venezolanas por nuevos ideales y esperanzas de cambio. Una época con muchos matices que nos pueden servir de lección hoy en día.
Héctor Pérez Marcano se despierta otro día más en medio del Parque Nacional Guatopo. A veces perdía la noción del tiempo, tantas cosas habían pasado desde el desembarco en Machurucuto que parecía algo de otra vida.
Lo primero que hace es recordar porque estaba allí ¿Cómo esos ideales de libertad y revolución lo habían llevado a una zona deshabitada en lo más alto de la montaña? Era una historia muy larga.
El frente guerrillero al que se unió al llegar a Venezuela junto a otros tres compañeros fue el Ezequiel Zamora, mejor conocido como “El Bachiller”, pero que se vió obligado a desplazarse a Guatopo por el eficiente trabajo de los cazadores. Ellos también eran los responsables que de 70 hombres solo quedaran 20. Pero a pesar de todo, era un nuevo día. Las cosas podían cambiar.
Fernando Soto Rojas, el líder del frente, llegó de improvisto a su tienda “Nos vamos Pérez Marcano, ya nos están rondando”. Los guerrilleros con su Fusil Automático Ligero (FAL) en mano y morrales en la espalda, en menos de una hora estuvieron listos para partir. Comenzaría la búsqueda de un lugar seguro.
Llegaron a una especie de acantilado cerca de una quebrada y con un risco que sería su protección según los encargados del campamento. No es necesario detallar como Hector Pérez Marcano tuvo que huir loma abajo, cerca de las once y media de la mañana, debido al fuego continuo de los cazadores desde el risco.
No hubo pérdidas de vidas ni heridos, pero si un error imperdonable, dejar algunas armas guindadas en los árboles en vez de mantenerlas siempre a la mano (regla fundamental en una guerrilla) o dejar morrales y municiones en el lugar.
Muchos guerrilleros ya estaban entendiendo que ese frente estaba desligado de los objetivos que los unieron en un principio, influir en la población campesina y tomar acciones militares. Era lo único que se podía hacer para contrarrestar el gobierno de Betancourt. Pero en un Parque Nacional no era factible realizarlo.
Cuando comenzó en 1959 su mandato, se creó un inmenso desencanto en la juventud venezolana. Una juventud que venía de luchar por la libertad y la democracia en el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, logrando derrocarlo y que luego se da cuenta que las nuevas condiciones planteadas eran prácticamente las mismas de antes.
En primer lugar no se eliminó el cinturón de miseria alrededor de Caracas, para que así los campesinos retornaran al campo y se aplicara una reforma agraria que les garantice condiciones de vida óptima, techo digno y educación. Además prometió un gobierno de justicia social, de oportunidades para todos, lo cual comenzó a incumplir.
Todo esto ocasionó una gran explosión juvenil como fue la división de Acción Democrática (AD) en Acción Democráctica de Izquierda (ADI) y por último la creación, a partir de esta última, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) con unos ideales muy distintos de los originales, Marxistas-Leninistas.
Así poco a poco llegaron las manifestaciones de calle que fueron fuertemente reprimidas por el gobierno. Por ejemplo, una de trabajadores a finales de 1961, brutalmente agredida por las autoridades creando aún más división en la población.
Gabriel Puerta fue uno de los personajes que participó activamente en la lucha armada desde sus inicios, la conocida como guerrilla urbana.
― Nosotros decidimos que no íbamos a ir a las manifestaciones totalmente desarmados para que nos cayeran a balazos la policía. La denominamos entonces como una etapa de autodefensa. Primero fue la agresión del gobierno y luego decidimos protegernos.
― ¿Pero de dónde provenía el financiamiento de esas armas?
― De esto se encargaba las Unidades Tácticas de Combate (UTC). Ellas asaltaban los bancos para hacer una expropiación por la lucha revolucionaria. No se le hacía daño a nadie, pero se expropiaba lo necesario. Asimismo contábamos con ayuda internacional de Cuba, la Unión de Repúblicas Socialistas y Soviéticas (URSS), Argelia o China.
― ¿Es decir que Cuba influyó directamente?
― Podemos decir que Cuba fue importante ya que estábamos impactados por su revolución, era como una esperanza para nosotros y para todo el continente Americano. Pero fuimos los jóvenes venezolanos los que decidimos tomar acciones, no fue una orden de Fidel Castro.
― ¿Qué acciones importantes llevaron a cabo en esta etapa?
― Una de las más grandes fue la toma de unos cuadros de 100 años de pintura francesa que se encontraban en Caracas (luego devueltos a Rafael Caldera), además del atentado contra Rómulo Betancourt. Secuestramos al famoso futbolista de la época Alfredo Di Stéfano, el barco Anzoátegui y un avión para lanzar panfletos por toda la capital venezolana. Eran acciones de propaganda, efectistas, tipo espectáculo para hacernos conocer.
― ¿La oposición de Rómulo Betancourt solo estaba representada por ustedes?
― La mayor parte sí. Pero teníamos también una gran influencia en el seno de las Fuerzas Armadas Venezolanas, especialmente en la Fuerza Naval. Lo que originó dos alzamientos militares, uno conocido como El Carupanazo, realizado el 4 de mayo de 1962 y el otro como El Porteñazo, el 2 de junio del mismo año. Dos rebeliones militares que junto al MIR y el PCV (Partido Comunista Venezolano) intentaron derrocar el gobierno de Rómulo Betancourt.
En estas condiciones se llega a las elecciones de 1963 donde la oposición llamó a una abstención militante, no se dejaría que nadie votara, “Eso fue plomo, plomo parejo, ahí se agotó hasta el último cartucho” explica Pompeyo Márquez, ex dirigente del PCV, que aunque no fue guerrillero activo guió la lucha armada desde la capital del país.
“Fue una derrota política que nos indicaba que nos habíamos equivocado, porque a pesar de todo la votación tuvo un 90% de asistencia”. Pero no se dieron cuenta de esta señal y decidieron tomar una nueva medida.
Así se creó la guerrilla rural, ubicadas en la Sierra de Falcón, en Lara y Portuguesa, en Oriente, en la Azulita, estado Trujillo y en los llanos venezolanos.
Se trataba de crear una copia de lo que Fidel hizo con la Sierra Maestra. Pero no se pudo mantener el control de las zonas tomadas. En teoría la guerrilla es la que debe decidir cómo, cuándo y dónde es el enfrentamiento. En Venezuela lo decidían los cazadores. Nunca hubo el verdadero factor sorpresa. Nunca hubo la superioridad numérica necesaria. Ellos eran los perseguidos y los guerrillero los sitiados.
A Pompeyo Márquez le brillan los ojos y alza la voz al recordar que “la lucha armada fue un gran error político que trajo muchas bajas de ambos bandos. No pudimos demostrarle al pueblo venezolano que la democracia en ese momento no existía. Ese fue nuestro error”.
Para 1966 el PCV comienza el proceso de rectificación lo que le trajo reacciones violentas por parte de guerrilleros y especialmente del gobierno cubano. “Nos enfrentamos al Fidel todopoderoso de los años sesenta. Nos llamó agentes de la CIA, cobardes, traidores y muchas cosas más”.
Así el Partido Comunista Venezolano fue dividió por Douglas Bravo ya que decidió unirse a la guerrilla del MIR, ayudado por Cuba. “Nosotros le preguntamos a Fidel ¿Quién te engaña? Los que te decimos que estamos derrotados política y militarmente o los que te dicen que con un poco de armas y hombres se cae el gobierno. ¿Quién engaña a quién?” recuerda Pompeyo.
Pero tres años después en 1969, muchos guerrilleros, entre ellos Héctor Pérez Marcano, decidieron aceptar la propuesta de pacificación de Rafael Caldera en su primer gobierno. Pero también existieron otros grupos, como Gabriel Puerta con Bandera Roja, quienes siguieron realizando acciones en las montañas durante los años 70 y 80.
La juventud de 1960 no pudo entender que Venezuela era un país urbanizado y por lo tanto la guerrilla no tenía una gran influencia campesina. En ese entonces la población citadina ya era de un 70%, muy distinto a la realidad general del resto del continente. Con estos datos se entiende que en la actualidad sería aún más difícil que nazca un nuevo movimiento.
Algunos opinan que la guerrilla no actuó en los años que le correspondían. Que tal vez en el gobierno de Marcos Pérez Jiménez hubiesen logrado mucho más.
Pero lo que es verdad es que Betancourt tuvo razón “La guerrilla venezolana era un arroz con pollo sin el pollo”. Una guerrilla sin base social. Un gran error de los políticos de ese momento.
Como últimas palabras, Pompeyo Márquez expresa que “está a la vista que el camino guerrillero no era la vía para producir los cambios necesarios. Fue un error que estará presente durante toda mi vida. Y como un gran aprendizaje de estos hechos, entendí que violencia engendra violencia y gobiernos surgidos de esa violencia son gobiernos autoritarios”.
Un enseñanza que tal vez nos sea útil en la actualidad.
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