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martes, 17 de mayo de 2011

Escudriñando en la memoria: Carnavales de Sabana Grande

Al pensar sobre un área cultural urbana de nuestra capital venezolana, mi pensamiento va directamente hacia esas calles tan singulares que tantas veces recorrí de niña, donde he comprado sin parar de adolescente y en la actualidad vuelvo para apreciar cómo han recuperado un lugar emblemático de la ciudad: Sabana Grande.

De pequeña era toda una aventura subir a Caracas, pasear por los centros comerciales, ver obras de teatro de Disney, asistir a exposiciones del espacio en el Museo de los Niños o de dinosaurios en el Museo de Ciencias. Siempre había algo único y novedoso que me impulsaba a salir de mi pueblo Guatire y adentrarme en lo ajetreado de la Mariana Santiago de León de Caracas.Pero sin lugar a dudas el premio número uno se lo llevaban los Carnavales de Sabana Grande. Niño de la zona metropolitana que no paseó alguna vez por ese boulevard perdió una parte importante de su infancia. Aunque no puede ser comparado con el desfile de Río de Janeiro obviamente, es una manera distinta y única de pasar esa época del año.

Se trata de una tradición que comenzó por los años cuarenta cuando se comenzaron a exhibir a jinetes disfrazados a caballo que recorrían el boulevard, esto se realizaba gracias a que cerca de la zona quedaba la Vaquera de los Hernández.

A partir de ese momento la tradición fue en aumento, tanto así que en el gobierno de Raúl Leoni, se podía observar al Presidente transitar las calles de Sabana Grande en el trencito de Parque del Este repartiendo caramelos a los niños ¿Increíble no?

En los años noventa cuando fue mi turno de recorrer este boulevard, no veíamos presidentes repartiendo caramelos ni tampoco caballos, pero podía observar zanqueros en las esquinas que captaban mi atención por la agilidad de aquellos hombres gigantes, además estatuas vivientes totalmente vestidas de blanco al sol insaciable de la capital esperaban por una colaboración (que siempre lograba quitarle a mi madre) para que despertaran de aquel letargo interminable.


Recuerdo claramente un paseo sin ninguna economía informal y mucho menos con aquel olor tan desagradable que hace unos pocos años atrás nos topábamos en cada esquina. Caminaba libremente con mi disfraz todo negro de morticia (sin comentarios al respecto) que no ayudaba en lo absoluto a sofocar el calor caraqueño.

Primero comenzabas tirándoles puñados de trozitos de papel a tus padres, al principio se reían, pero cuando el cabello lo tenían impregnado de colores la diversión para ellos acababa. Continuabas luego lanzándolo simplemente a la calle y algunas veces a algún niño desprevenido con el que te toparas en el camino. La parte negativa era cuando alguien más quería aprovecharse de ti y terminabas tragando y aspirando papelillos. Te ahogabas con la sensación incómoda de tener circulitos de papel pegadas en tu tráquea.

Luego que la fiebre te pasaba un rato, el cansancio empezaba a venir a ti. De niño el boulevard te aparece interminable, más cuando tu mamá te decía "Tenemos que llegar al Reloj Gigante". En este caso no era el Big Ben, sino la Torre la Previsora. Cuanto anhelaba ver aquel edificio que significaría el fin de la travesía. Pero lamentablemente también representaba que faltaba el recorrido de vuelta.

Recuerdo que lo más divertido era poder apreciar el ingenio de los demás disfraces. Los venezolanos siempre han resaltado por su creatividad. Podíamos ver Power Rangers (de los más variados colores), las típicas muñecas de trapo con sus clinejas cayendo a los lados, los payasos multicolores, el Zorro, Picapiedras, todas las princesas de Disney, bailarinas árabes, piratas, indios (algo que no he visto mucho en la actualidad) e incluso algunos disfrazado de negros.
çPero ya en el momento de mi adolescencia no recuerdo haber asistido más a esa tradición carnavalesca ¿Por qué? A mi parecer la respuesta la tenemos en la economía informal o buhonería.


Como todo en Venezuela un día despertamos invadidos el cambio, por buhoneros. Las transiciones no se hacen paulatinamente sino de manera precipitada. Y obviamente en pocos meses nos acostumbramos a la pérdida de un ícono de la ciudad. Las tiendas que tenían toda la vida en aquellas calles, pasaron a segundo plano opacadas por la venta de ropa, bisutería, ropa interior, Cd quemados, DVD piratas, cotufas, helados y cualquier cosa que estuviera de moda para la época.

Incluso las fuentes de soda tan representativas del lugar las fuimos olvidando. El boulevard mostraba su peor cara con las calles repleta de basura, borrachos e indigentes acostados en cada esquina, el olor en zonas particulares era insoportable y simplemente no se podía caminar con la misma tranquilidad, bienestar y seguridad de antes.

Pero nos acostumbramos. Sabana Grande pasó a ser sinónimo de mercado popular, de lo barato, del rostro que día a día se apoderaba de mayores espacios públicos. La economía informal inundaba las estaciones del metro, las calles del cementerio, alrededores de los mercados públicos, las plazas, cualquier lugar alejado de las autoridades y por donde transitara mucha gente era el sitio perfecto para ellos.

Me acostumbré a ir con mi mamá a comprarme zapatos nuevos, el estreno navideño, a recorrer cada puesto para conseguir el mejor precio. El problema de la memoria criolla me afectó a mí también, se me olvidó lo que algún día había sido Sabana Grande.

Para sorpresa de muchos el gobierno decide luego de muchos años comenzar a recuperar espacios culturales importantes de la ciudad. Entre ellos el querido Boulevard.

No fue una tarea fácil, pues los buhoneros pasan la vida peleando por la injusticia social que ellos viven: "¿No tenemos trabajo y además nos quitan el único sustento de nuestra familia?" Pero luego de diversas negociaciones pudieron darle un lugar adecuado para ellos. Un terreno en una esquina casi llegando a Chacaíto. Un área perfecta para ellos y en mejores condiciones en la calle. Todos salimos ganando ¿O no?

Lamentablemente el daño ya estaba hecho, el venezolano había borrado de su memoria lo que alguna vez fueron los carnavales de Sabana Grande. Los tiempos habían cambiado, no se podía pasear con la tranquilidad de antes.

Se siguen haciendo esfuerzos por recuperar la zona. Nos reencontramos con las caras de esos negocios olvidados. Nuevas franquicias han revitalizado el lugar, como la tienda de ropa Pima Cotton o de zapatos Seven. Incluso aquellos centros comerciales como City Market han recobrado vida de nuevo.

En el 2007 se hizo una intensa campaña publicitaria del área por el Carnaval. La alcaldía promovió actividades recreativas como pinta caritas, mimos o zanqueros, llenando la calle de color nuevamente. Pero en el año 2008 los esfuerzos se apagaron de nuevo y caímos en la indiferencia.

Los dueños de las tiendas se quejaban que el desinterés de la gobernación por esta área de la ciudad hacía que sus ventas bajaran incluso un 30% comparándolo con 2007. El año pasado 2010 nuevamente el carnaval cobró vida y fue todo un éxito ¿Qué ocurrirá este año?

El secreto para no perder aquellas cosas importantes que nos identifican como ciudad, como urbano, es la constancia. Es cierto que ya mis hijos no vivirán la misma experiencia que en los años noventa, no verán caballos en una comparsa y mucho menos recibirán caramelos de las manos del Presidente de la República. Pero sí podemos seguir construyendo tradición, adaptar esas costumbres que desde los cuarenta nos acompañan a la modernidad, ver las calles inundadas de color, de disfraces, de risas. Es algo que todo niño tiene que experimentar una vez en su infancia.

lunes, 16 de marzo de 2009

Federico Pacanins:

"Los venezolanos no somos sólo arroz con caraota, podemos ser caviar"
Un hombre alto, elegante y con semblante serio, se sienta serenamente en las sillas de color vinotinto del auditorio. Se acomoda en el asiento, dobla una pierna y comienza a realizar movimientos con las manos mientras entabla conversación. Habla pausadamente, con tono grueso y detrás de los lentes se vislumbra una mirada profunda que evidencia el análisis y escrutinio de las preguntas.

Este venezolano nacido en el año 1955, es muy conocido por las diversas actividades que ha realizado en su vida. Ya sea bajo el nombre de Guillermo Vegas como Abogado graduado en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en 1977, o como Federico Pacanins, locutor, crítico musical, especialista en Jazz, productor de radio y autor de libros como Jazzofilia (1996), El libro del béisbol (1999), Conversaciones con Aldemaro Romero y Orilla de la Playa (2006).

En el momento que obtiene el título en la UCAB, consigue también el de locutor y es a partir de ese momento cuando divide su nombre, Guillermo Federico Vegas Pacanins, en dos identidades distintas, pues no era muy aceptado un hombre de leyes en la comunicación social. Así comienzan dos etapas distintas en su vida.

Es una persona entregada a su trabajo, fundaciones y organizaciones que fomenten el conocimiento de la cultura, especialmente la cultura urbana. Colabora en la revista Imagen, Fundación Bigott y Complot, además de publicar regularmente artículos y ensayos en El Nacional, Tal Cual y El Mundo. Ha realizado montajes músico-teatrales con el apoyo de artistas reconocidos y creó de la Canción de Caracas.

Dentro de todos estos éxitos y trabajos realizados se esconde un hombre culto, sencillo, serio y cordial, dispuesto a compartir un poco más acerca de su vida, los buenos libros, la importancia de la cultura urbana actual y cuál es la clave para un buen comunicador social.

— ¿Por qué se interesó en le comunicación social y en la abogacía?
— Pienso que toda persona se va formando desde niño y allí hay un germen que lo hace inclinarse hacia las cosas que le gusta y que va a desarrollar a través de su vida. Hay gente que desde muy pequeña manifiesta sus intereses claramente. Supongo que en mí había un niño que gustaba de la música, las artes plásticas e incluso la lectura, que luego derivó en un estudiante derecho, pero también en una persona que quería compartir sus gustos con otros.

— ¿Desde un principio le interesó sólo el área radial de la comunicación?
— Lo que pasa es que es una cadena de consecuencias, tienes que tomar alguno de los caminos que pronto puede abrirse. El comunicador de radio en un momento dado tiene que hacer reflexiones escritas, en otro momento realiza una conferencia o comienza a producir los actos que promovía en la emisora, hasta llegar a la crónica musical. Una cosa desenlaza con otras.

— ¿Cuáles han sido las grandes satisfacciones de su carrera?
— Poder compartir y proyectar algo de lo poquito que uno sabe. Hoy en día está la canción de Caracas, uno ve como algo que escribió, concibió y dirigió está siendo ofrecida por la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas en diversas comunidades de la ciudad. Otro ejemplo, Leo Matiz en Caracas, que realizamos con La Fundación para la Cultura Urbana compartiendo con una Alejandra Szeplaki. Además de haber producido discos y conciertos para un género de la música venezolana como el de Aldemaro Romero. Como productor se es un procurador para que el talento ajeno florezca. Estoy bastante agradecido con todos estos proyectos y más, que sería un poco largo enumerar pues son varios años en esto.

— ¿Cómo es percibida actualmente la cultura urbana?
— Hanny Ossott, una poeta venezolana que tenía un poder de revelación importante decía, “en Venezuela viven arriba las autopistas, abajo la Edad Media” y uno tiene la convicción de que a veces el hecho cultural es muy elitesco y convive con otro que es muy básico. Se quisiera nivelar esos dos extremos y tener un punto de encuentro. Los espacios de confluencia tienen que ampliarse para que entonces el individuo básico suba su nivel cultural y el individuo más elevado tome conciencia que el otro también es su hermano y está a su lado. Así la sociedad tendrá un camino interesante de progreso. En los últimos años, sin caer en política, se han ido ampliando estos espacios, cada vez se valoriza más la cultura. Por ejemplo en un espectáculo de ópera de un Federico Ruiz con su Martirio de Colón, se observa la gente que va y se compare con la que iba anteriormente y notas que el paragua se ha abierto.

— ¿Qué personajes han sido fundamentales en este proceso de amplitud de la cultura urbana?
— Primero, nadie tiene la hipoteca de la verdad y escoger siempre es excluir. Pero hay que arriesgarse. Uno piensa que la figura de un cronista como Arturo Uslar Pietri es fundamental. Un hombre que estaba pendiente de contar y recontar la historia de la cultura universal y de Venezuela, decir las cosas de una manera sencilla pero profunda. Creo en un artista como Jesús Soto, un hombre que nació en Ciudad Bolívar en los años veinte, llega a ser un individuo completamente proyectado hacia las artes plásticas del Siglo XX. El hecho de que Carolina Herrera sea la venezolana más conocida en el mundo y que lo haga en otra arte que ha venido ganando conocimiento en los últimos tiempo, no debe ser peyorativo, sino un ícono de elegancia, distinción y estilo. Oscar de León también es un músico que ha tenido mucho empuje internacional, Aldemaro Romero es el compositor venezolano más importante porque transitó desde la música académica hasta la clásica. Andrés Eloy Blanco fue el gran poeta del S. XX. En literatura se está abriendo el compás con Francisco Suniaga o Federico Vegas. El nombre de José Antonio Abreu también es un fundamental en este cuento.

— ¿Qué libro está leyendo actualmente?
— Acabo de terminar la Biografía del Conde de Baethus, pintor de bastante importancia en la segunda mitad del S. XX y ya anciano decide hablar, explicando el compromiso interno que tiene dedicarse a las artes. También terminé de leer El Pasajero de Truman de Francisco Suniaga, me parece que es una obra fundamental para el género histórico de Venezuela.

— ¿Qué libros serían de lectura obligatoria para cualquier persona?
— Aquí se mezclan los gustos. Empiezo por Guzmán, elipsis de una ambición del poder, de Ramón Días Sanchez. Libro que no se ha reeditado más en el país, pero es, para muchos, el mejor libro de la literatura venezolana, resume la vida republicana de Venezuela desde José Antonio Páez. Considero necesario buscar un sistema de filosófico en el cual basarse, por ejemplo, El uso del tiempo, de Rafael Tomás Caldera, pues los mejores libros de autoayuda son los de filosofía como el de Descartes, Discurso del Método. También hay cosas que marcaron. Mi infancia comienza leyendo las mil y una noches, donde se representa la imaginación del ser humano expuesta en toda su potencia, relatos realizados hace siglos pero que siguen cautivando actualmente. Me deslumbra una persona imaginativa.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Andrés Barrios: Originalidad y diferencia

Para hablar de Andrés Barrios debemos comenzar por lo básico, es un músico, humorista, dibujante y artista plástico. Desde este punto ya empieza a sorprendernos por la diversidad de facetas y áreas en las cuales se desempeña, demostrando que se puede ser un artista ser integral.

Durante mucho tiempo realizó su carrera de manera solitaria pero desde hace algunos años forma parte del grupo “Los hermanos naturales”, conformado por Carlos Sanchez Torrealba: Percusión y voz, Daniel Pacheco Di Gerónimo: guitarra y voz; y Andrés Barrios, clarinete y voz.

Al escuchar sus canciones como Cocotero, Rasputin o La tete de Poule lo primero que llama la atención es que se mezclan diversos idiomas, francés, portugués, español e incluso en otras hay aleman. No se puede definir que su música esté en algún género específico, pues, como ellos mismo definen “Las canciones van surgiendo como de una fuente”.

Podemos encontrar humor, política sentimiento nacional venezolano, pero siempre hay un ritmo tropical, latino en el fondo de todas las canciones, pero a mí parecer, enfocadas desde la elegancia de los instrumentos tocados.

Y si hablamos de las presentaciones, se observa que el verdadero objetivo de estos tres señores es realizar algo que les gusta, es transmitir alegría, risas, cultura, diversión, una mezcla totalmente diferente y único de lo antes visto.

Especialmente Andrés Barrios se observa tener un control en el público magnífico, muy extrovertido le permite establecer un lazo fuerte con él. Así sea debido a sus pasos de bailes, expresión corporal o la manera tan particular y amena de cantar.

Otro aspecto importante en el personaje analizado son los poemas o composiciones que ha realizado, como por ejemplo el “El zancudito” o “Fiesta en el Hígado”, de un tema muy cómico y sencillo. Pero lo que más resalta es la manera de interpretarlo. No sólo es leerlo si no crear todo un entorno a través de sus expresiones que llaman totalmente la atención del espectador.

Algo que nos enseña Andrés Barrios, es que donde hay talento no hay nada que lo pueda ocultar. El talento de este personaje se desborda por cualquiera de las áreas donde las expresa. No hay edad, no hay límites ni barreras para expresar y demostrar el talento que cada persona tiene.

Y esta persona, junto a sus compañeros de los “Hermanos naturales” lo han podido realizar de una manera inigualable, simplemente dejando salir sus pensamientos e ideas para crear así una fusión totalmente distinta a lo antes planteado que es lo que le da su toque de originalidad y diferencia.
Referencia:

domingo, 25 de enero de 2009

La Caracas que siempre merecimos

Alejandra Szeplaki es una cineasta venezolana que ha realizado alrededor de 35 documentales y 3 cortos de ficción, mostrando sus temas predilectos como lo son la ciudad, la mujer e identidad nacional. Dueña de un talento y una intuición que la han hecho ganadora de 20 premios nacionales e internacionales.

Entre una de sus producciones tenemos Leo Matiz en Caracas. Matiz, fue un fotógrafo colombiano que vivió en Caracas entre los años 1952 hasta 1962. Realizando trabajos por encargo, pudo captar toda la vida, tradiciones y expresiones de esa década.

A Szeplaki le ofrecieron, a través de la Fundación de Cultura Urbana, la oportunidad de mostrar una faceta distinta de Caracas a través de las fotos de este colombiano. Luego de aceptado el reto pasaron nueve meses para poder deleitarse con el resultado final.

Tuvo que elegir entre cinco mil fotos con las más variadas temáticas, por lo que se vio en la necesidad que crear diversos criterios de selección. Primero, sólo podían ser de la ciudad de Caracas, los discursos principales de la obra serían la arquitectura y la ideología de la época. Y por supuesto, las fotos de mayor calidad eran también seleccionadas. El resultado fueron setecientas fotos.

Todo esto nos lleva a la segunda etapa. Se crearon temas internos para una mejor organización. En esta parte su “intuición como documentalista” como ella misma lo denomina, fue un factor imprescindible. Entre esos apartados tenemos la lucha libre, el hipódromo, las enfermeras, Miss Venezuela, los niños y las mujeres, entre otros.

Además fue fundamental el proceso de investigación. Obtuvo el apoyo de muchos historiadores que se reunieron con la cineasta para profundizar realmente sobre lo que observaba en cada fotografía. Pues no sólo vemos rostros importantes, si no personas del día a día que de igual manera son parte fundamentales de la historia venezolana.

Otro aspecto determinante fue la música. “No puede ser que las únicas canciones de la época sean de la Billo’s” expone Alejandra. Por lo que buscó canciones venezolanas cantadas por venezolanos. Por ejemplo, utilizó Amapola pero cantada muy levemente, así como recordaba que la tarareaba su abuela mientras cocinada. O la famosa María Moñito que fue interpretada por la Coral Infantil de Valencia. Todo buscando reforzar sentimientos, pues “Esas canciones las llevamos los caraqueños en algún lado”.

Pero luego de tantos esfuerzos podemos observar como resultado una pieza subjetiva con una gran carga emotiva. Al principio se pensará que es un documental clásico donde veremos fotos pasar una detrás de otra sin un sentido lógico o algo que llame la atención. Pero el ritmo que logró crear Szeplaki capta al espectador en todo momento.

Nos presenta a una Caracas muy distinta a la actual. Una ciudad llena de esperanza. Con expectativas a un futuro magnífico, sin límites. Nadie al ver esas fotos pensaría que en la actualidad somos la continuación de esa historia. Concuerdo totalmente con el novelista Federico Vegas “Caracas tiene su mejor futuro en su pasado”. Aunque a su vez es algo lamentable.
La arquitectura tenía una planificación, una organización. No se construía por necesidad como hoy en día. Nos exponen una ciudad que está comenzando a ser ciudad.

Además se evidencia un quiebre muy importante de la historia de Venezuela. Empezamos en la Dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Vemos la grandeza de sus construcciones, las Torres del Silencio y la Plaza Altamira como una de las más novedosas construcciones a nivel latinoamericano. A pesar de las fuertes represiones a nivel ideológico, es innegable la evolución del país.

Pasamos después por la ruptura de la represión hacia la democracia. Luego de derrocamiento del dictador llega la fiesta con Rómulo Betancourt. Una época de gozo, de alegría y de celebración, pero también donde se pierde el brillo de esperanza del país. La organización se olvida, el caos poco a poco se apodera de las calles. Se vislumbra el modernismo en Venezuela.

¿Acaso teníamos una mejor calidad de vida en la dictadura? ¿Libertad de pensamientos y de ideales es igual a desorden y caos? Todo está basado en equilibrio y este caso no es una excepción.

Por último vemos a una urbe enfocada en lo público. A lo que es realmente la ciudad, lo urbano. Disfrutar de sus calles, de sus plazas, de su gente. “Hemos perdido ese sentimiento colectivo, de ser caraqueño, el sentido de pertenencia.” Explica Alejandra. Al ver esa producción observamos a una Caracas lejana, ajena.

Pero realmente “como caraqueños debemos tomar una serie de acciones para construir la ciudad. No es solamente arquitectura, nosotros mismos la hacemos”. Sólo cuando recobremos esa voluntad de crear lo urbano, esa responsabilidad hacia lo que es nuestro, llegaremos a tener la Caracas que siempre merecimos.

jueves, 6 de noviembre de 2008

El Diario de Ana Frank – Ballet Contemporáneo de Caracas

Apenas supe de esta presentación lo primero que vino a mí mente fue ¿Cómo van a adaptar una obra tan fuerte al ballet? Además que la foto promocional era de una joven feliz, alegre, risueña. Realmente pensaba que era todo un reto llevar a cabo lo propuesto.

El domingo 26 de octubre tuve la oportunidad de ir con mi familia al Ateneo de Caracas, primero a la exposición de la vida de Ana Frank y luego al espectáculo.

La exposición fue realmente espectacular. Totalmente completa, con excelente información, fotos, infogramas, un documental magnífico.

Quedé maravillada con todo lo que vi. Un buen suplemento para la obra. Nos muestra una Ana Frank más real, no como una voz anónima que relata sus vivencias en el anexo, sino como una Ana de carne y hueso, que creció como cualquier niña, pero tuvo que enfrentar la dura realidad que le tocó vivir. Pienso que es lo que hace falta al diario para entender de una vez por todas, que hablamos de personas reales, de vidas humanas.

Luego directo la obra. Personalmente pienso que lograron superar el reto establecido. Supieron adaptar bien la escenografía al anexo, cada personaje interpretó a la perfección el papel. Aunque obviamente por el tiempo se omitieron algunas partes, me pareció impecable su desarrollo.

No sé mucho de ballet, pero me encantó que además de lo clásico también mezclaran músicas más alegres pero con la misma elegancia característica. Realmente una buena adaptación de María Eugenia Barrios, la Directora Artística.

Las frases que eligieron del diario de Ana (además que muchas las tenías marcadas en mí libro) realmente son las indicadas, las palabras más impactantes y que hacen reflexionar más al público, que debe ser el fin principal.

Le anexaron también la muerte de cada uno de los personajes, el “después del anexo” podría llamársele. Un extra muy enriquecedor y que permitió que el espectador no se quedara en el aire..

Lo más importante a mí parecer, es que las personas realmente reflexionaron acerca de los hechos tan atroces que se vivió en esa época. Lo digo por los comentarios que escuché antes y después del montaje, y no hay que agregar que muchas personas lloraron. Ya con eso pienso que se cumplió el objetivo.