Es una obra de mucha complejidad y que a pesar de sus 137 páginas podemos hablar mucho de ella. Comenzaré por el motivo de mi lectura, su estructura de crónica. En esta novela podemos ver como los límites entre el periodismo y la literatura (ficción) realmente no están muy bien definidos.
Cuando hablamos de crónica nos referimos a un suceso relatado cronológicamente describiendo cada uno de los aspectos fundamentales para poder entender el hecho.
Una pequeña diferencia del libro al concepto, es que el "relato cronológico" no es cumplido a cabalidad. García Márquez narra el asesinado de Santiago Nasar de una manera totalmente desordenada. Como una especie de rompecabezas donde el lector tiene que unir poco a poco todas las piezas.
Aunque la mayoría de las cosas ocurren entre la noche anterior y el día del asesinato, no se sigue una línea temporal constante, si no dando grandes saltos entre un hecho y otro. Pero algo que me gusta mucho en la literatura e incluso en el cine, es la forma circular, cuando algo comienza en un punto y termina en el mismo.
Aquí ocurre exactamente lo mismo. Comenzamos y terminamos la crónica con el momento exacto de la muerte.
Como estaba tratando de leerlo de una manera periodística para la asignación que tengo, en muchas ocasiones me chocaba en exceso el uso de primera persona del narrador. Como él mismo cronista fue testigo de los acontecimientos, mezcla en la historia muchos recuerdos u opiniones personales que realmente llegan a confundir en el hilo objetivo que trata de dar en otras ocasiones.
De igual manera es impresionante como se utilizan diversos testimonios de personas del pueblo, que incluso puede hacer pensar que se cambia de narrador siempre. Pero realmente es su percepción del suceso.
Otro aspecto fundamental es la idea de fatalidad, del destino. Se nos presenta la muerte de Santiago como algo inevitable, aún antes que las personas supieran realmente lo que iba a suceder. Es como en la mitología griega, que a pesar de todo lo que pudieran hacer los personajes ya el destino estaba escrito y no había manera de evitarlo.
De la misma forma la ocurre a Santiago, pero de una manera casi paradójica. Todo el pueblo sabía lo que iba a ocurrir, incluso él en sus últimos minutos lo supo, pero nadie (ni siquiera él mismo) pudo hacer algo para prevenir el desenlace.
Es un claro ejemplo de la narrativa hispanoamericana y aún más del realismo mágico. Porque en latinoamérica tienen esa manera de mezclar sutilmente la realidad con pequeños rasgos de exageración o ficcionar la realidad de manera que el lector dude lo que está leyendo.
En este caso, el asesinato fue un hecho real ocurrido en 1951, que el autor toma de punto de partida para realizar un proyecto bien codicioso. Mezcla la cotidianidad, el día a día para exaltar esas casualidades, esas rarezas que ocurren que hacen la vida diferente.
Para terminar, sólo quiero compartir una de las frases que me pareció perfecta en el libro para ejemplificar esto:
"Sobre todo, nunca le pareció legítimo que la vida se sirviera de tantas casualidades prohibidas en la literatura, para que se cumpliera sin tropiezos una muerte tan anunciada."
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